Claudio Nazoa 20 de noviembre de 2017
@ClaudioNazoa
Estoy
de acuerdo con la nueva Ley contra el odio. Hasta cuándo la derecha
apátrida seguirá desconociendo e incitando al odio contra un gobierno querido,
amado y democrático como el que tenemos en Venezuela.
Hay
que ser ciego para no reconocer nuestro progreso y bienestar. No sé qué les
molesta de tan excelente y necesaria ley. Cumplirla es fácil. He aquí una guía
práctica para entenderla, escribir, pensar y hablar sin temor de ir presos a
“La Tumba” o al “Helicoide”.
Consejos.
-Cuando
mencione al presidente, diga: nuestro querido e iluminado líder benefactor.
-Cuando
se refiera a colas inducidas por la derecha donde, ancianos, mujeres y niños
pasan horas humillantes e interminables para comprar comida, medicina o para
que un banco les dé 10.000 bolívares (10 centavos de dólar), usted diga: la
revolución ha logrado que personas de diferentes edades y sexos, socialicen
felices durante horas mientras se colocan como en un juego, una detrás de la
otra.
-Según
el artículo 2, solo se podrá hablar del presidente o de la presidenta del CNE
usando su nombre de pila. Cualquier adjetivo será penalizado.
-Tal y
como indica el ordinal 6, se impedirá la discriminación de sexo y género al
mencionar los órganos genitales: el pene será llamado la pena y la vagina, el
vagino.
-Artículo
12: queda prohibida la perniciosa costumbre sexista e imperialista de llamar al
padre hombre, papá y a la madre hembra, mamá. Ahora, se igualan ambos sexos. Al
padre se le llamará papo y a la madre, mamo.
-Queda
prohibido decir que algún funcionario del gobierno ha robado. En el supuesto
negado de que esto ocurriera, se reseñará así: la derecha le mete ideas malas
en la cabeza a funcionarios revolucionarios y estos, sin querer, toman
prestados cientos de millones de dólares.
-Queda
prohibido decir: la noche está negra u oscura. Ahora se dirá: la noche está
afrodescendiente.
-Un
cocinero, al escribir parchita en una receta, deberá mencionarla como la fruta
de las pepitas, ya que su antiguo nombre incita al odio homofóbico.
Por
último, y esto no está en la ley, la verdad verdadera, de verdaíta, es que
antes de esta maravillosa ley, ya todos dijimos lo que teníamos que decir.
Hablamos lo que teníamos que hablar. Votamos lo que teníamos que votar.
Advertimos lo que teníamos que advertir. Marchamos y protestamos lo que
teníamos que marchar y protestar.
Entonces…
qué importa la Ley contra el odio y la intolerancia, si ya nadie se
tolera y todos nos odiamos.
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