Catalina
Gallo 29 de agosto de 2017 (tomado del diario El Tiempo de Bogotá)
@cagallo09
Creo que
el servicio de transporte de Bogotá siempre ha sido un reflejo a menor escala
de lo que se vive en la capital y muchas veces también de lo que sucede en el
país. Lo que está pasando en TransMilenio con los venezolanos muestra la
dimensión que está tomando su llegada a Colombia.
La
inmigración es un hecho y las cifras que la representan son seguramente más
altas de las que informa la cancillería, porque su presencia no se ve
únicamente con empresarios, restaurantes de comida venezolana y trabajadores
legales, también con ventas informales.
Y eso se
nota en TransMilenio. Atrás quedaron los desplazados colombianos que contaban
historias de violencia y despojos para que los pasajeros les dieran limosna o
les compraran chocolates, dulces o esferos.
Ahora en
cada estación se sube un venezolano que habla de su desempleo y de su familia
pasando hambre en la distancia. Algunos dicen que llevan una semana o diez días
en Bogotá y venden los mismos productos que antes ofrecían los colombianos. Ya
conocen dónde adquirirlos y se han vuelto expertos en las rutas y en las
estaciones que son más rentables. De entrada hacen énfasis en su acento que,
como lo escuchan los pasajeros, es de Venezuela; luego hacen las cuentas de un
salario que no alcanza en su país y terminan sus ofertas con consejos para que
todos agradezcan el país que tienen y la comida en sus casas.
Muchos
dicen que tienen títulos universitarios: son chefs, profesores, ingenieros y
abogados. Explican que no han conseguido empleo en Colombia o que la guardia
venezolana les rompió sus certificados de estudios al cruzar la frontera.
También
hay venezolanos raperos y cantantes. Han conseguidos los mismos equipos que
usan los colombianos para mostrar sus dotes artísticas. Entienden el negocio y
parecen haber sido instruidos en Colombia para que aprendan a contar mejor su
historia. No importa qué tan ciertos sean los detalles de su presente, lo que
es claro es que les ofrece un mejor futuro que su pasado.
Ante eso,
no basta la voz femenina de las estaciones que les recuerda a los usuarios que
está prohibido hacer publicidad o promociones en TransMilenio y que quien lo
está haciendo debe salir inmediatamente del sistema. Considero que la alcaldía
debe diseñar con urgencia una política que les permita a los venezolanos
integrarse a la ciudad porque el problema es más complejo que el posible asilo
a la ex fiscal Ortega.
@cgallo09
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