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lunes, 28 de agosto de 2017

Aférrense a Dios, por @Pontifex_es



Papa Francisco 26 de agosto de 2017

"Al pasar por las tormentas que pueden llegar a ser los momentos difíciles en la vida, los cristianos deben aferrarse a Cristo y no a la falsa sensación de seguridad que ofrecen los médiums o adivinos", así se expresó el Papa Francisco antes de recitar el Ángelus el 13 de agosto.

Hablando a los peregrinos, el Santo Padre habló sobre el pasaje evangélico del día, que relataba la historia de Jesús caminando sobre el agua:

Jesús le dice a San Pedro que venga a él, pero su falta de fe al caminar sobre el agua hacia Jesús durante una tormenta lo lleva a hundirse lentamente en el mar.

Los cristianos de hoy también pueden dudar de la seguridad de la presencia de Cristo al confrontar las turbulentas y hostiles aguas de la vida.

Cuando no nos aferramos a la palabra del Señor, sino que consultamos a los horóscopos o a adivinos para tener más seguridad, empezamos a hundirnos.

Reflexionando sobre la fe.


Aunque la mayoría de los romanos escapan de la ciudad durante el verano, cientos de peregrinos todavía se dirigían a la Plaza de San Pedro, agitando banderas mientras aplaudían fuertemente cuando el Papa apareció en la ventana del Palacio Apostólico.

El Papa Francisco dijo que la lectura del Evangelio dominical invita a todos los cristianos a reflexionar sobre su fe como individuos y como comunidad eclesial, hasta la fe de todos los reunidos en la plaza:

La petición de San Pedro de que Jesús lo llamara, su momento de duda y su posterior clamor por Jesús para salvarlo se asemeja a nuestro deseo de sentirnos cerca del Señor, pero también el miedo y la angustia que acompaña a los momentos más difíciles de nuestra vida y de nuestras comunidades, marcadas por la fragilidad interna y la dificultad externa.

La fe da seguridad de la presencia de Cristo.

Este Evangelio nos recuerda que la fe en el Señor y en su palabra no abre un camino donde todo es fácil y tranquilo, no espanta las tormentas de la vida.

La fe nos da la seguridad de una presencia, la presencia de Jesús, que nos empuja a superar las tormentas existenciales, y la seguridad de una mano que nos agarra para ayudarnos a enfrentar las dificultades, mostrándonos el camino incluso cuando está oscuro.

La imagen del barco en aguas turbulentas también puede representar a la Iglesia, que a lo largo de la historia ha enfrentado tormentas que amenazan con derribarla.

Lo que salva a la Iglesia no es el coraje ni la calidad de sus miembros, sino la fe en Cristo y su palabra. En resumen, la fe no es un escape de los problemas, es lo que nos sostiene a lo largo del camino y lo que le da sentido a nuestras vidas.


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