Misión Rescate-Matt Damon |
MIGUEL ÁNGEL CRIADO 30 de agosto de 2017
Con
uno de los suelos de la Tierra más parecidos a los de Marte, investigadores
peruanos y estadounidenses iniciaron el proyecto Patatas en Marte en enero del
año pasado. Buscaban probar si la patata puede ser cultivada en unas
condiciones como las del planeta rojo. Aunque aún queda lidiar con otros
problemas, los primeros resultados muestran que la papa puede crecer en suelos
tan áridos y salinos como los marcianos.
El
proyecto, impulsado por el Centro Internacional de la Papa (CIP), con sede en
Lima (Perú) y el Centro de Investigación Ames (ARC) de la NASA, tiene un doble
objetivo. Por un lado estudiar las posibilidades que tendrían las patatas de
medrar en una futura colonia marciana. Por otro, aprovechar el conocimiento
adquirido para encontrar la variedad del tubérculo que pudiera crecer en suelos
donde ni las malas hierbas lo hacen y llevar su cultivo a zonas con
desnutrición. Hay un tercer motivo: ir preparándonos para el impacto del cambio
climático en el cuarto cultivo en importancia que alimenta a los humanos.
“Seleccionamos
65 variedades que podrían enfrentarse a un gran estrés por aridez”, dice el
investigador del departamento de mejora genética del CIP, Walter Amorós. Y las
plantaron en tierra del desierto de La Joya, en el sur de Perú. “Son los suelos
más parecidos a los de Marte encontrados en la Tierra”, dice en una nota el
ingeniero del ARC, Chris McKay. La similitud es particularmente acusada en la
salinidad de estos suelos. “Tienen 20 veces más concentración de sales, en
especial sodio y boro”, explica Amorós.
Las
condiciones de la tierra recogida para los experimentos eran tan exigentes que
ninguna otra planta de las básicas para los humanos, desde el trigo, hasta la
quinua, pasando por los frijoles superaron la prueba. A las papas también les
costó. Tuvieron que ayudarlas con agua rica en nutrientes para que enraizaran,
algo que, en todo caso, tendrán que hacer los futuros colonos marcianos. Solo
una de las variedades nativas y cuatro mejoradas con genética clásica
enraizaron y tuberizaron, proceso botánico por el que las raíces o tallos
inferiores de algunas plantas se transforman en tubérculos.
“Ahora
tenemos que investigar cómo logramos una producción mayor y más estable”,
comenta el experto del CIP, que recuerda que se trata de una fase muy
preliminar del proyecto. Todavía queda por ver cómo lidian las variedades
supervivientes con obstáculos presentes en el suelo marciano, en especial
compuestos oxidantes como los percloratos, abundantes también en el agua
marciana, antes de que una futura colonia humana en Marte pueda usar su tierra
roja como sustrato para cultivar patatas.Dentro de este cubículo que imita
muchas de las condiciones de Marte, crece una planta de patata. CIP
También
hay investigar cómo afectan otros parámetros ambientales y físicos antes de
saber si existe una superpapa. Como recuerda el profesor de la Universidad de
Ingeniería y Tecnología UTEC, de Lima, y antiguo investigador de la NASA, Julio
Valdivia, las condiciones de Marte son muy diferentes: “Una presión de 6
milibares, mientras que en la Tierra es de 1 bar. Atmósfera casi entera de CO2,
un 95% frente al 0,03% terrestre. Alta radiación ultravioleta. Temperaturas
entre 20° y -70°, con una media de -20°. Un tercio de la gravedad de la
Tierra…”
Casi
todas esas condiciones son las que van a recrear dentro de un CubeSat en lo que
supone la segunda fase del Potatoes on Mars y que puede seguirse online. Los
CubeSat son satélites en miniatura dedicados a la investigación espacial.
Aunque se les sueles poner en órbita, también pueden reproducir las condiciones
del espacio exterior, la Luna y otros planetas aquí en la Tierra. “Sirve para
la experimentación buscando las papas más resistentes. Esta fase 2 que inicia
busca los límites de la papa acercándola más a ambientes marcianos”, explica
Valdivia.
Aún
queda un largo trecho en el camino y no andan sobrados de fondos. Si alguna de
las plantas de patata supera la prueba del CubeSat, aún habría que recurrir a
la biotecnología para aumentar su producción, habría que llevar los primeros
plantones desde aquí y habría que comprobar si cuajan en el suelo marciano.
Pero, como dice Amorós pensando en la solidaridad alimentaria y el cambio
climático, “si al final no sirven para Marte, servirán para la Tierra”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario