Papa Francisco 21 de octubre de 2017
Evangelio
según san Lucas 12,8-12
El
Espíritu Santo es el amigo fiel: En aquel tiempo, Jesús dijo a
sus discípulos: Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante
de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero
el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los
ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades,
no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu
Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir". Palabra del
Señor.
Reflexión
del Papa Francisco
¿Cuál
es entonces la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y en la vida de la
Iglesia para guiarnos a la verdad? En primer lugar, recuerda e imprime
en los corazones de los creyentes las palabras que Jesús dijo, y
precisamente a través de estas palabras, la ley de Dios - como lo habían
anunciado los profetas del Antiguo Testamento - se inscribe en nuestros
corazones y en nosotros se convierte en un principio de valoración de las
decisiones y de orientación de las acciones cotidianas, se convierte en un
principio de vida. Se realiza lla gran profecía de Ezequiel:
"Los
purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón
nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo… infundiré mi espíritu en ustedes y
haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis
leyes". (Ez 36,25-27)
De lo
profundo de nosotros mismos nacen nuestras acciones, es el corazón el que debe
convertirse a Dios, y el Espíritu Santo lo transforma si nosotros nos abrimos a
Él.
El
Espíritu Santo, entonces, como promete Jesús, nos
guía en toda la verdad, nos lleva no sólo para encontrar a Jesús, la
plenitud de la Verdad, sino que nos guía en la Verdad, es decir,
nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la
inteligencia de las cosas de Dios. Y ésta no la podemos alcanzar con nuestras
fuerzas.
Si
Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será superficial. La
Tradición de la Iglesia afirma que el Espíritu de la verdad actúa en
nuestros corazones, suscitando aquel sentido de la fe, el sentido de la fe
a través del cual, como afirma el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, bajo
la guía del Magisterio, indefectiblemente se adhiere a la fe transmitida, la
profundiza con un juicio recto y la aplica más plenamente en la vida (cf.
Constitución dogmática. lumen Gentium, 12).
Probemos
a preguntarnos: ¿estoy abierto al Espíritu Santo, le pido para que me ilumine,
y me haga más sensible a las cosas de Dios?
Y ésta
es una oración que tenemos que rezar todos los días, todos los días:
"Espíritu
Santo que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazón esté
abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios, todo todos
los días. Amén"
Pero
me gustaría hacer una pregunta a todos ustedes: ¿Cuántos de ustedes rezan cada
día al Espíritu Santo, eh? ¡Serán pocos, eh! pocos, unos pocos, pero nosotros
tenemos que cumplir este deseo de Jesús: orar cada día al Espíritu Santo para
que abra nuestros corazones a Jesús. (Catequesis, audiencia general, 15 de
mayo de 2013).
Oración
de Sanación
Amado
Señor, siento la necesidad de cobijarme bajo tu poderoso amparo y dejar que
guíes mi corazón por mis propios desiertos y soledades
Quiero
verme libre de rechazos, sentir tu fuerza y tu sabiduría que me hace comprender
que, solo luchando a tu lado, es que puedo corregirme y vencer
Clamo
el auxilio de tu Espíritu Santo para que me ayude a comprender que, comer y
saciarme de tu Palabra, es lo que me hará darte los mejores frutos
Sino
estoy unido a Ti, de nada valen mis esfuerzos. Sino hago las cosas por amor, de
nada me valen los logros. Ayúdame a conquistar metas bajo tu Ley
Tú
eres el oxígeno en mis venas, la fuerza sanadora que desintegra mis vicios y el
bálsamo que sana mis heridas. Derrama sobre mí el Espíritu Santo
Escucha
mis súplicas, Dios mío, ven, compadécete de tu siervo. No dejes de iluminarme
con el Santo Espíritu para hacer frente a cada desafío de mi vida
Te
entrego todas mis capacidades para que las aumentes y fortalezcas y así pueda
multiplicar tu obra de amor y dejar huellas de tu alegría infinita.
Derrama
tu amor sobre mí, hazme sentir amado y que, mediante el esfuerzo constante,
puedo enfrentar cualquier reto que la vida me presente. Amén
Propósito
para hoy
Reflexionaré
en cómo puedo vivir más entregado al servicio, y cómo puedo hacer para
comprender y amar a las personas desagradecidas con mayor misericordia
Frase
de reflexión
"No
tengan miedo de lanzarse en los brazos de Dios. Todo lo que les pida, lo
recompensará con el ciento por uno". Papa Francisco
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