Daniel Lingenhöhl 14 de octubre de 2017
Era
demasiado hermoso: extraterrestres que con una esfera de Dyson sacan energía de
la estrella KIC 8462852, lo que nosotros percibiríamos en la Tierra en forma de
fuertes y breves variaciones del brillo irregularmente espaciadas. Sin embargo,
la verdad sobre la estrella de Tabby es mucho más prosaica, al menos según un
nuevo estudio de un equipo de astrónomos encabezado por Huan Meng, de la
Universidad de Arizona, y Tabetha Boyajian, de la Universidad del Estado de
Luisiana, y publicado por el Astrophysical Journal. Boyajian fue en 2015 una de
las descubridoras, a partir de los datos aportados por la ciencia ciudadana, de
las irregularidades de la estrella (que, de hecho, es conocida también como
estrella de Boyajian; la Tabby a que se refiere el nombre popular es también
esta misma astrónoma).
Desde
entonces, KIC 8462852 no se ha permitido la calma y su brillo ha seguido
teniendo diversos tipos de fluctuaciones, como el episodio de este mismo 2017.
Boyajian ha reunido, junto con otros colegas, más de cien mil dólares gracias
al crowdfounding con el objeto de poder observar más tiempo la famosa estrella.
Huan Meng saca la siguiente conclusión de los resultados de ese artículo que ha
escrito con ella: «Ahora podemos descartar con una seguridad bastante grande la
teoría de la megaestructura construida por extraterrestres. En vez de eso,
presumimos que una nube de polvo gira alrededor de la estrella con un período
de unos 700 días».
Meng y
sus colaboradores observaron la estrella entre octubre de 2015 y diciembre de
2016 con distintos telescopios a diferentes longitudes de onda, y obtuvieron
que la intensidad de las pérdidas continuas de brillo que, además de las breves
e irregulares, sufre la estrella a lo largo de lapsos indefinidos de tiempo
(pero con episodios de caída más rápida que duran cientos de días) depende de
la longitud de onda: en infrarrojos la estrella «pierde» menos luz que en
ultravioletas.
Esto
habla en contra de la presencia a su alrededor de objetos sólidos y de grandes
dimensiones (como serían los elementos de un sistema artificial de captación de
energía del estilo del que imaginó, hace muchos años, el físico Freeman Dyson),
ya que oscurecerían la luz radiada en todos los tipos de longitud de onda por
igual. El resultado es más compatible con alguna forma de nube de polvo
gigantesca que rodee a KIC 8462852, con sus granos, eso sí, más grandes que los
del medio interestelar, pero no tanto como para que no se produzca ese
enrojecimiento.
Pero
ese tipo de partículas no puede explicar todos los fenómenos observados. Por
ejemplo, entre las múltiples e irregulares fluctuaciones breves del brillo se
ha descubierto un par de oscurecimientos breves sorprendentemente parecidos
entre sí: ambos duraron lo mismo, cuatro días y pico. Los separaban 928 días,
tal y como descubrieron Flavien Kiefer, de la universidad Pierre & Marie
Curie, y su equipo en los datos acumulados por el observatorio espacial Kepler.
Conjeturaron que los 928 días eran un período orbital, y dedujeron que un nuevo
caso así se produciría en marzo de 2017, pero el mal tiempo impidió la
observación.
Ese
par de oscurecimientos que llamaron la atención del equipo de Kiefer redujeron
la luminosidad de la estrella en solo un 0,1 por ciento. Conjeturan que los
causan exocometas que orbitan por fuera de la nube de polvo de KIC 8462852 (un
gran sistema de anillos sería otra posible explicación). Pero las mayores
caídas breves de brillo, hasta del 20 por ciento, que también se observan entre
las fluctuaciones de la estrella de Tabby no se explican así. Para ellas, los
científicos no tienen todavía ninguna explicación, pero para buscarla están los
cien mil dólares reunidos por Boyajian.
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