Antonio Pedroza 07 de septiembre de 2017
@rafmel57
Se
puede decir que la vida de todo ser humano se desarrolla en dos ámbitos:
1.
El Privado, donde las relaciones son
interpersonales, las reglas de convivencia se generan espontáneamente; igual
que en grupos sociales pequeños.
2.
El Público, donde hay grupos sociales grandes,
hay necesidad de acogerse a un sistema
de reglas sociales, estas reglas son LAS INSTITUCIONES.
Las
reglas que rigen en el ámbito Privado son interpersonales y de mutuo acuerdo,
generadas por el conocimiento interpersonal, funcionan en grupos pequeños,
sociedades tribales. La presión social tiene gran importancia en el mantenimiento y
cumplimiento de las reglas, con su manejo de premios y castigos.
En la
vida pública las personas se relacionan a través de instituciones que norman
dicha relación. Pongamos por ejemplo el sistema de tránsito, se espera que al
llegar a un semáforo nos detengamos si la luz está roja. El semáforo es una
institución, el color de la luz nos señala una norma de conducta. Respetándola,
nos relacionamos con los otros conductores en la misma intersección. No necesitamos conocernos todos para cruzar
las intersecciones.
En la
vida pública y sociedades complejas el sistema de premios y castigos son
generados a partir de un sistema de leyes, en muchos países se parte de una
Constitución que presenta el marco de referencia y a partir de allí se hacen
las leyes.
La
intención de un sistema de semáforos es aumentar la velocidad promedio de
circulación.
Un
sistema de semáforos implica una doble fe en los ciudadanos,
1. La
confianza de que tiene sentido pararse cuando la luz esta en rojo.
2. Confianza
que los otros actuaran de la misma manera.
En el
caso que no cumplamos las reglas del semáforo se ocasionarán choques entre los vehículos,
violencia, pérdidas individuales y de bienes públicos. Las personas no
confiaran en las reglas establecidas y se pararan aunque el semáforo esté en
verde lo que disminuirá la velocidad de flujo con lo que todas las personas
tardarán más en trasladarse.
Cuando
el sistema funciona la productividad de la sociedad aumenta y se incrementa la
calidad de vida.
Las
instituciones proveen dos elementos muy importantes para el funcionamiento
fluido de las grandes sociedades:
1.
Economía en el conocimiento necesario para la
toma de decisiones. Basta con saber las reglas; no es preciso conocer a las
personas.
2.
Predictibilidad sobre el comportamiento de los
demás. Conociendo las reglas y que los otros también se rigen por ellas,
podemos saber cómo actuarán en cada situación.
En una
sociedad grande sin reglas, la incertidumbre acerca de la actuación de los
otros resulta paralizante. Una sociedad en anarquía no puede garantizar calidad
de vida y consecuentemente no facilita la creación y acumulación de riqueza que
es lo que garantiza el desarrollo de dicha sociedad.
Un país
en el que se constituye un poder totalitario tampoco se genera la confianza
necesaria para el desarrollo debido a que los detentores del poder adaptarán
las reglas a sus intereses privados, los individuos de la sociedad nunca estarán
seguros de cómo lo afectará el poder.
La
consecuencia de esto es que el menos malo de las formas de organización de una
sociedad sea aquel en el que el poder esté distribuido, tanto en su expresión
política como en la vertiente económica. Pero ésta cuestión la dejamos para
otro artículo.
Antonio Pedroza
@rafmel57
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