IAN CRAWFORD 06 de septiembre de 2017
La
búsqueda de vida en el universo es uno de los aspectos más fascinantes de la
ciencia moderna. Dada la importancia científica de la joven disciplina de la
astrobiología, se le dedican cuantiosos recursos que van desde los robots de
exploración en la superficie de Marte a la observación de los planetas que
orbitan alrededor de otras estrellas.
El
"santo grial" de toda esta actividad es el descubrimiento efectivo de
vida extraterrestre, descubrimiento que tendría profundas repercusiones
científicas y filosóficas. Pero esa vida todavía no se ha encontrado, y por lo
que sabemos, cabe la posibilidad de que ni siquiera exista. Afortunadamente,
aunque jamás se descubra, no todo está perdido. Su mera búsqueda proporcionará
valiosos beneficios a la sociedad.
¿Y eso, por qué?
En
primer lugar, la astrobiología es multidisciplinaria por naturaleza. Para buscar
extraterrestres hace falta saber, como mínimo, astronomía, biología, geología y
ciencias planetarias. Los cursos de grado de Astrobiología tienen que abarcar
elementos de todas esas disciplinas, y los investigadores de posgrado y
posdoctorales también necesitan estar familiarizados con todas o la mayoría de
ellas.
Al
obligar a distintas ramas científicas a interactuar, la astrobiología fomenta
una reunificación parcial de las ciencias. Así, está contribuyendo a que la
ciencia del siglo XXI abandone la actual especialización extrema y vuelva a la
perspectiva más interdisciplinaria predominante en el pasado.
Al
producir científicos de mente abierta que conocen bien múltiples aspectos del
mundo natural, el estudio de la astrobiología enriquece toda la empresa
científica. Es de este intercambio de ideas del que cabe esperar
descubrimientos futuros que contendrán el legado permanente de la
astrobiología, aunque entre ellos no esté el de la vida extraterrestre.
También
es importante reconocer que la astrobiología es un empeño con un final
extraordinariamente abierto. Buscar vida en el universo nos lleva desde los
entornos extremos de la Tierra hasta las llanuras y la subsuperficie de Marte,
los satélites helados de los planetas gigantes y la casi infinita variedad de
planetas que orbitan alrededor de otras estrellas. Y esta búsqueda continuará
con independencia de que se descubra vida en esos medios o no. En esencia, la
variedad de entornos totalmente nuevos abiertos a la investigación será
ilimitada, y en consecuencia, constituirá una fuente potencialmente inagotable
de estímulos científicos e intelectuales.
La perspectiva cósmica
Más
allá de los beneficios estrictamente intelectuales de la astrobiología, hay una
serie de beneficios sociales más amplios. Estos se derivan de la clase de
perspectiva ‒a escala cósmica‒ que la disciplina, por su propia naturaleza,
propicia.
Sencillamente,
es imposible plantearse buscar vida en Marte o en un planeta en la órbita de
una estrella lejana sin abandonar la restringida perspectiva que imagina la
Tierra como el "centro" del universo y domina la vida social y
política de la mayoría de la gente la mayor parte del tiempo. En la actualidad,
nuestro planeta se enfrenta a desafíos mundiales a los que solo es posible
responder mediante más cooperación internacional. Sin embargo, en todo el
mundo, las ideologías nacionalistas y religiosas actúan para fragmentar la
humanidad. En tiempos como estos, la expansión de una perspectiva cósmica
unificadora puede tener una importancia enorme.
En los
albores de la era espacial, Adlai Stevenson, entonces embajador de Estados
Unidos ante Naciones Unidas, dijo sobre el mundo: "Ante la sobrecogedora
majestad del espacio exterior, no podemos volver a ser nunca más una pandilla
de países en disputa". Por desgracia, esta visión de las cosas todavía no
ha penetrado profundamente en la conciencia de la gente. Por otra parte, el
interés general por la búsqueda de vida fuera de la Tierra supone que la
astrobiología puede funcionar como un potente vehículo pedagógico para la
popularización de esas ideas.
De
hecho, solamente enviando naves al espacio para que exploren el sistema solar,
en gran medida con fines astrobiológicos, podemos obtener imágenes de nuestro
propio planeta en su verdadero marco cósmico.
Además,
la astrobiología nos proporciona una importante perspectiva evolutiva de los
asuntos humanos. La disciplina requiere un sentido de la historia profunda, o
Gran Historia. Por eso, muchas asignaturas de la carrera empiezan con un
resumen de la historia del universo que parte del Big Bang y va pasando
sucesivamente por el origen de los elementos químicos, la evolución de las
estrellas, las galaxias y los sistemas planetarios, el origen de la vida, y la
historia evolutiva desde las primeras células hasta los animales complejos como
nosotros. Esta historia profunda nos ayuda a ubicar los asuntos humanos en la
vastedad del tiempo, y por ello complementa la perspectiva cósmica que nos
proporciona la exploración espacial.
Implicaciones políticas
Hay un
famoso aforismo que se suele atribuir al naturalista prusiano Alexander von
Humboldt, según el cual "la visión del mundo más peligrosa es la de
aquellos que no han visto el mundo". Seguramente Humboldt estaba pensando
en el potencial de los viajes internacionales para abrir la mente, pero la
familiaridad con las perspectivas cósmica y evolutiva que brinda la
astrobiología, con el poderoso refuerzo de las actuales imágenes de la Tierra
desde el espacio, probablemente pueda abrir también las mentes, de manera que
el mundo se vuelva menos fragmentado y peligroso.
Creo
que hay una importante implicación política inherente a esta perspectiva.
Puesto que la humanidad es una especie inteligente y tecnológica que domina en
el presente el único planeta habitado del universo, tiene la responsabilidad de
crear instituciones sociales y políticas adecuadas para dirigir la situación en
que nos encontramos.
Al
concluir su monumental Breve historia del mundo en 1925, H. G. Wells hizo la
famosa observación de que "la historia de la humanidad se está
convirtiendo cada vez más en una carrera entre la educación y la
catástrofe". Esta reflexión parece particularmente pertinente para la
situación geopolítica actual, en la que las decisiones en apariencia
irracionales tomadas por gobiernos (y, de hecho, por poblaciones enteras) que
por lo visto ignoran las perspectivas más amplias, pueden acabar por conducir a
nuestro planeta a la catástrofe.
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