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sábado, 2 de septiembre de 2017

Los bosques de Jaua Jidi, por @agendamagica



MARTHA ROSENTHAL 01 de septiembre de 2017
@agendamagica

Con frecuencia buscamos conocer los territorios más antiguos de nuestro planeta esperando encontrar misterios insospechados. Lo que resulta sorprendente es saber que precisamente ese espacio con cerca de unos cuatro mil millones de años de antigüedad, está en nuestro país, al sur del deslumbrante Orinoco. Pero no es lo único que nos asombra, también que en ese variopinto espacio, se encuentran más de un centenar de tepuyes atravesados por cuevas dentro de las que habitan tanto flora como fauna exclusivas de esa zona, pues son originarios de la era secundaria., hoy extintos.

Allí, precisamente se encuentra el bosque Jaua-Judi, un bosque impenetrable y apenas habitado por lugareños que aun viven en forma primitiva e incluso su lenguaje es incomprensible para quienes hablamos español, idioma que ellos desconocen. Se relacionan con dificultad, pero si, ha habido una que otra forma de que hagan relatos sobre su vida en la región.

Es así como se supo que en el bosque JAUA-JUDI habían visto unos seres extraños con una configuración no común pues sus cabellos son de variados colores y sus ojos semejan los de los jaguares: amarillos, grandes y brillosos. Se presume que no son habitantes originarios de nuestro planeta Tierra por su configuración y su forma de vida.

Viven dentro de los cráteres y, aunque han hablado poco, si han relatado que allí, abajo hay enormes salas ocultas al ojo del hombre blanco. Pero en la superficie de la región también habitan grupos indígenas de gran importancia, como los pemones, que suelen decir que allí debajo de las cuevas, hay puertas de salida que ahora se encuentran herméticamente cerradas.

De su mitología conocemos que allí viven los muy temidos Mariwitón y Tramán Chitá, espíritus perversos.

Aunque hablamos de mitología y leyendas, esta es una realidad ya documentada por expertos como G. Dunstervill, David Nott, Brewer Carias, quienes por cierto, en su expedición a la región, fueron informados que días antes de su llegada, “varias de las cosas voladoras” se habían visto en los cielos del bosque.

Pemón significa “gente”, y cuando penetramos su mundo, nos encontramos con una mitología hermosa, que nos habla de aquellas cosas que adornan y enaltecen su flora y su fauna dándole gran explicación a su vida; en esos tepuyes por ejemplo, nació la Venus Zonda-Tiká, diosa de la melodía y de las sierras, y en el Auyántepuy o montaña del infierno, según ellos, viven los espíritus malignos de, a quienes los Pemones le temen mucho, por lo que jamás se han atrevido a subir hasta su cima; una de las tantas leyenda que cuentan los nativos del lugar dice así:

“El Jaua-Jidi es un bosque de gran densidad, casi impenetrable y apenas habitado, el cual está repleto de abundantes plantas y animales vivientes de especies desconocidas. En ese lugar se encuentra una cueva gigantesca de 1.500 metros de longitud que une internamente a las cuevas de la zona; en ese bosque se han visto seres raros, con grandes ojos como los de los felinos, cabello largo de diferentes colores y piel de color marfil amarillento la cual cubren con un ropaje extraño, no se acercan nunca a los nativos del sector, ni se alejan mucho de las cuevas, parecen temerosos y huyen cuando oyen ruido, esos seres viven dentro de la gigantesca cueva, la cual tiene entradas secretas y desconocidas que dan al bosque”.

Varias veces, hombres extraños y extrañamente vestidos han sido vistos en los bosques de Jaua-Jidi. No parecen querer acercarse a los indios, y se aventuran sólo a poca distancia de los cráteres.

Su piel es de color marfil amarillento: tienen grandes ojos, como los de los jaguares, largos cabellos de diferentes colores. Parecen temerosos y huyen en cuanto oyen un ruido insólito. Se cree que viven en una región que se extiende en el fondo de los cráteres y en inmensas salas subterráneas. Hay entradas secretas y desconocidas que dan al bosque.

Dos o tres noches antes que David Nott, Brewer Carias, G. Dunsterville y sus compañeros llegases a los lugares se observó, una intensa actividad de las “cosas voladoras”.

Los indios tuvieron la sensación de que los hombres extraños eran reforzados por una tropa importante, o bien, por el contrario, que desalojaban el lugar ante de la llegada de los arqueólogos.

Sea lo que fuere, dejaron pocas huellas de su paso por las galerías, aunque, las suficientes como para que se esté seguro de que su existencia no es un mito. Los indios creen que el reino de los Dos Cráteres se extiende bajo la montaña, que sus salidas están herméticamente cerradas.

En esas extrañas aberturas

Resultó muy difícil para los investigadores venezolanos entrar en relación con los hombres de esa zona que viven en estado salvaje, y que es en realidad la prolongación de la selva brasileña. Huyen de los blancos, hablan una lengua desconocida y no entienden el español. No obstante, mestizos de la ciudad de Esmeralda, en el Orinoco, pudieron acercárseles, y de ellos proceden las informaciones que fueron divulgadas por toda Venezuela.

Los tepuyes (morada de los dioses en lengua Pemón), nunca estuvieron bajos las aguas, y nunca fueron cubiertos por los hielos de las glaciaciones, por lo que sus cimas, son los únicos santuarios de reliquias de flora y fauna que existen sobre el planeta, también se convirtieron en el refugio de las especies sobrevivientes a la catástrofe del diluvio universal, por lo que el hombre hizo de sus cimas su hogar hasta que bajaron las aguas.

En enero de 1974, un primer equipo de tres miembros descendió a uno de los cráteres, de trescientos metros de profundidad, y un diámetro de cuatrocientos metros aproximadamente.

Recogieron abundante material en plantas y animales vivientes de especies desconocidas, o extintas desde la Era Secundaria. Un subterráneo de 1.500 metros de longitud une los dos cráteres, y, según rumores, a decir verdad no controlados, estaría aún actualmente en uso, pues se habrían encontrados en él huellas de tránsitos recientes. Jaua-Kidi y Sari Inama-Jidi. Se conoció entonces las fantásticas leyendas que se refieren al misterio de los dos cráteres.

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