Alexandra Witze 14 de septiembre de 2017
La
perforación en la zona del impacto del asteroide que mató a los dinosaurios
hace 66 millones de años ha revelado el origen de su misterioso anillo de
montañas.
El
taladro penetró en un círculo de montañas, conocido como “anillo de pico”, en
el cráter de Chicxulub enterrado en México. Solo los impactos más grandes son
lo suficientemente potentes como para formar “anillos de pico”. Entender cómo
estas montañas se formaron en el Chicxulub, de 200 kilómetros de ancho, podría
ayudar a revelar cómo las colisiones cósmicas modelaron otros cuerpos, como la
Luna y Venus.
El
trabajo también muestra cómo, a pesar de haber matado a los dinosaurios, el
impacto pudo haber creado un ambiente donde otra vida podría prosperar. El
impacto cósmico fracturó rocas, abriendo espacios y cálidos hábitats para que
los microbios proliferaran.
"Tenemos
una muestra de la corteza mejor de la que podríamos razonablemente haber
imaginado", dice David Kring, un geólogo en el Instituto Lunar y
Planetario en Houston, Texas. "Es absolutamente extraordinaria”, él y sus
colegas describieron estos hallazgos el 18 de noviembre en Science.
TALADRANDO HACIA ABAJO
Después
de una década de planificación, el proyecto logró penetrar 1.335 metros en el
fondo marino de la costa de Progreso, México, en abril y mayo. Los perforadores
se toparon con las primeras rocas de los “anillos de pico” a una profundidad de
618 metros y un granito rosado a 748 metros.
Los
geólogos saben que el granito debe haber venido de una parte relativamente
profunda de la corteza –tal vez a 8 ó 10 kilómetros de profundidad– porque
contiene cristales grandes. El tamaño de estos cristales sugiere que se
formaron por el enfriamiento lento de roca fundida en la profundidad; en
contraste, el enfriamiento rápido a poca profundidad tiende a formar cristales
pequeños. Encontrar el granito a poca profundidad en la muestra de corteza extraída
significa que algo debió haberlo levantado y luego arrojado encima de otras
rocas.
Eso
descarta una de la ideas de cómo se forman los cráteres, en la que la roca
pulverizada permanece en su mayoría en su sitio, como si fuese sopa caliente en
un tazón. En cambio, la muestra de corteza confirma el modelo de "colapso
dinámico" de impactos cósmicos, en el cual el asteroide perfora un agujero
profundo en la corteza, haciendo que la roca fluya como un líquido que salpica
hacia el cielo. Esa roca entonces cae de nuevo a la Tierra y se esparce
alrededor formando un “anillo de pico”.
“El
anillo de montañas que observamos está hecho de material profundo levantado y
volteado", dice Sean Gulick, un geofísico de la Universidad de Texas en
Austin. Gulick encabezó la expedición de Chicxulub con Joanna Morgan, geofísica
del Imperial College de Londres.
ESPACIO LIBRE
Saber
que Chicxulub se formó a través del colapso dinámico abre nuevas formas de
explorar otros mundos, dice Kring. El mes pasado, él y sus colegas mostraron
que, al igual que Chicxulub, el cráter Schrödinger de la Luna, de 320
kilómetros de ancho, está hecho de material que proviene de la profundidad de su
corteza. Esto significa que robots o astronautas podrían visitar Schrödinger
para recoger muestras del interior lunar.
Chicxulub
es el único buen ejemplo de un cráter de “anillos de pico” en la Tierra. El
estudio de “anillos de pico” en cuencas de impacto en otros mundos podría
confirmar si el modelo de colapso dinámico es válido para diferentes ambientes,
dice David Baker, un científico planetario en el Goddard Space Flight Center de
la NASA, en Greenbelt, Maryland.
El
núcleo de Chicxulub también explica un misterio geofísico de larga data: por
qué las ondas sísmicas se mueven lentamente en las rocas de los “anillos de
pico”. La respuesta es que el impacto fracturó tanto el granito que se volvió
mucho menos denso que el granito típico, lo que ralentiza el progreso de las
ondas.
Una
densidad más baja también significa que la roca es más porosa, proporcionando
el espacio para que los microbios se muevan dentro de ella. Después de que el
calor de esterilización del impacto de Chicxulub se hubiese disipado, los
organismos podrían haber aprovechado el calor persistente. "De alguna
manera la vida encuentra su camino en estos objetos de alta porosidad y
aprovecha el hábitat creado", dice Gulick. Una biosfera subterránea podría
haber evolucionado durante millones de años, sobreviviendo con energía y calor
químico, sin luz solar.
Los
científicos del proyecto han encontrado células y ADN microbiano en la muestra
de corteza extraída de Chicxulub, pero están dejando estos detalles para
futuras publicaciones.
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